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Farellones – Desafío Trek 2013 November 24, 2013

Posted by roberto in Salidas en Santiago.
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Ciclista: Es una mierda… esta carrera, es un montón de mierda… estás sufriendo como un animal, no tienes tiempo para mear y te lo haces encima… vas pedaleando sobre el barro, resbalando, y… es una mierda… debes limpiarte si no quieres perder la cabeza…

Periodista: ¿Volverás a correrla alguna vez?

Ciclista: Desde luego, ¡es la carrera más bonita del mundo!

El diálogo anterior se produjo en 1985, al finalizar la Paris-Roubaix, el ciclista era Theo de Rooy y el periodista John Tesh de la CBS.

Es la forma en que se me ocurrió iniciar la crónica de hoy relatando mi ascenso a Farellones junto a los más de 3.800 competidores que se inscribieron en el Desafío Trek. En lo personal calculo en más de 5.000 ciclistas subiendo a este centro invernal capitalino, una verdadera fiesta para el ciclismo y que año tras año cobra mayor realce y mayor participación.

Se recorre una distancia de 32 km con un desnivel de 2.800 metros app. existiendo sectores en los que la pendiente se empina al 10%, afortunadamente breves, y otros en los que la pendiente no cede el 7%, y que son más largos.

En varios momentos el gusanito empieza a susurrar que es mejor regresar, para qué seguir, para qué seguir sufriendo y desgastándose, pero la conciencia ciclista contesta que renunciar es un fracaso…

No hay que llegar primero, pero hay saber llegar, te canta Vicente Fernández, y entonces sigues, bajas el ritmo, te paras en los pedales, cuentas las pedaleadas, una, dos, tres.. cincuenta; listo, avancé otros docientos metros, me siento en el sillín justo cuando la pendiente se empina y debo pararme nuevamente.

La competencia se iniciaba a las 09:30, y como yo no participaba de ella, tomé algunas fotos en el lugar de partida e inicié el ascenso alrededor de las 09:10, los primeros 5 km, una delicia, me sentía muy bien y ya había adelantado a muchos ciclistas que, como yo, se unían al ascenso acompañando la competencia.

Entonces, poco antes de llegar a Puente Ñilhue, me adelantan los punteros de la competencia. Ciclistas que tienen los pulmones y el corazón unidos por una cadena, doblan mi velocidad y en segundos ya pierdo de vista al primero… lo mismo el segundo… el tercero, y luego el pelotón, “a estos podría seguirlos”, pienso. Sin embargo; la subida tras el puente me aterriza a la realidad.

Esta subida es la primera rampa, te advierte que después vienen muchas más iguales, y todavía muchas más que son peores, y recién llevas 6 km de los 32.

Luego de la subida un falso plano en el que recuperas para llegar rápidamente a la segunda rampa, no tan empinada, pero más larga, 10 km llevas de recorrido y encuentras la primera zona de abastecimiento, agua mineral e isotónico. Los vasos deshechables simplemente se botan a la calle, ya otros se encargarán de limpiar, pero solo la calle; la ladera del cerro y el río recibirán el resto.

La Ermita, una zona con control de carabineros, estacionamiento y un par de negocios, tres señoras de cierta edad, probablemente de los negocios, avivando y animando con entusiasmo a los ciclistas. “Debería parar para mandar una foto por what’s up…” me demoro 200 metros en decidirme y ya es tarde, sigo adelante, justo en esa zona que te permite aumentar un poco la velocidad y disfrutar unos dos mil metros de ruteo rápido.

Ruteo que se acaba pronto, otra rampa que te lleva al Puente El Lilén y ya estás en el km 14 de la ruta, a tiro de piedra de la meta del primer “desafío”, llamado “desafío familiar”. Habría que felicitar al creativo que ideó este eufemismo, sin duda que sin él habrían menos inscripciones.

Pasas la zona de control, con su correspondiente punto de abatecimiento y el locutor anunciando los números de los que arriban. Junto a esta meta otra zona de abastecimiento, junto al agua y al isotónico, han agregado plátanos y naranjas. Buen detalle, ya que ambas frutas muestran un aumento en su precio en las últimas semanas y el imaginario ciclista las sitúa en primera preferencia cuando de alimentación en ruta se trata.

Inicio la zona de las curvas, virage, le llaman en Francia y horse shoe bends le llaman los amos del mundo. Son 40 curvas en total, obviamente solo como referencia ya que son de distinta longitud y no todas están numeradas, me imagino que porque son realmente muchas.

La señalética vial te informa las distancias a los distintos destinos: Farellones 16 km… 16.000 metros, no es tanto después de todo, y ni siquiera son las once de la mañana. Más aún; llegar a la curva 10 es coser y cantar, de ahí seguir hasta la 14 y aguantar el largo trecho que te lleva a la curva 15.

Como ya sientes cansancio, a esas alturas te preguntas si lo lograrás, ¿Por qué no?, si para eso te mentalizaste durante las últimas dos semanas y te preocupaste de hidratarte y nutrirte especialmente bien durante la última semana.

Pero es que cuando pones el 25 el cambio topa con los rayos, y debes bajar al 23, y casi todos los que te pasan van por lo menos con un 27… o sea que además de la nutrición y la hidratación hay que preocuparse de la mecánica. Pero hacerlo con un profesional y no con un set de videos de you tube.

En estas reflexiones estoy cuando me alcanza Felipe, un compañero de oficina también aficionado ciclista, se confiesa cansado, aunque después de conversar durante unas centenas de metros toma la delantera. Y yo que le había dicho que estaba bien y que no iba tan cansado.

Llego a la curva 15, me detengo para terminar mi primera caramagiola y cambiar de canastillo la segunda.

Ahora, a enfrentar 1.200 metros al 7%. Hacia la mitad del recorrido se observa un arbusto que marca el final de la rampa, esto es puro poder mental, el poder mental me ayuda a aguantar el 23, y me perdono no llevar la bicicleta a un buen mecánico, pura mente… chutas… se me descosió el guante derecho, pero justo ayer me compré sandalias para el verano… cómo voy a justificar ahora 20 lucas en un par de guantes nuevos… pero se descosieron mi amor, si tu los coses (y los coses bien por supuesto) no me compro otro par y sigo con estos un tiempo más.

Llego al arbusto, un par de pedaleadas más soportando al locutor que está en la meta del “desafío medio”. Hay dos posibilidades, se le agotó la reserva de imaginación al creativo que coloca los nombres o bien lo despidieron y contrataron un alumno en práctica.

Luego de esta rampa viene una bajada hasta el Puente El Manzanito, ¿Subo al 50 o mantengo el 34?, a quién quiero engañar, mejor mantengo el 34 y bajo tranquilo para enfrentar las curvas desde las 19 en adelante. Sí, leyeron bien: Curva 19, nunca he conocido las curvas 17 y 18.

Unos pocos metros de ripio debido a pavimento removido que hay que pasar con mucho cuidado, no vaya a ser cosa que pinche la cámara. Si pincho me devuelvo, no estamos en condiciones de desafiar al destino.

Comienzo nuevamente a subir, creánme que estos pocos kilómetros son realmente pesados, pregunténle a cualquiera de los cinco mil y se lo confirmará, pero concentrados, mentalizados, metro a metro se consigue, hacia la mitad una vista magnífica del final de la curva 16… hacia abajo, decenas de metros de ascenso en menos de 2 km.

Llego al falso plano antes de la curva 24, otra zona de abastecimiento y mucha más basura que en las anteriores, pero aquí el daño ambiental debe ser menor, la limpieza será más cuidadosa porque en esta zona existe un pequeño bosque ideal para hacer picnic, idealmente en otoño, leyendo con un mate o un buen café… un café, sí, eso es lo que me hace falta, pero cuando me refiero a café hablo de café en grano no ese sucedáneo que el marketing bautizó como “instantáneo”… ¡Cuidado!, otra zona de ripio, más extensa que la anterior, con gran desilusión la cruzo sin pinchar.

Enfrento la última zona de curvas, el pavimento está nuevo, ahora sí que llego, solo tengo que aguantar, voy muy bien en el tiempo, aún no es mediodía… ¿Desde qué lugar enviaré una foto por whats’up a mis amigos?, en la curva 40 o en la meta… depende, si ya es pasado el mediodía en la curva 40 y luego me devuelvo.

Pero ahora tengo una nueva inyección de motivación, después de haber sido pasado por innumerables ciclistas (otro eufemismo, esta vez mío, debería haber escrito “todos”), comienzo yo a adelantar… ah… qué exquisito, observo cómo otro rutero anima a su compañero: “Vamos Felipe… no te quedes Pipe…”.

Mala suerte Pipe, acá voy yo, lento pero seguro te doy alcance, te adelanto y demuestro que mi poder mental es mejor que tus ruedas de carbono… sigo pasando ciclistas, la mayor parte en MTB otros caminando, uno vomitando afirmado en una señal caminera, y yo sigo.

Llego a la curva 40, faltan pocos minutos para el mediodía y uno deber tratar de ser honesto consigo mismo, tratar de ser honesto y coherente, la foto será enviada desde la meta.

En el camino comienzo a perder impulso, ya me queda poca reserva mental, me la agotan rápidamente los que bajan gritando: vamos, vamos… ya queda poco… no queda nada, dále, dále.

Llego a la meta del “Desafío completo”, definitivamente contrataron a un estudiante en práctica.

En la meta se reparten medallas a todos quienes llegan, previo intercambio del chip de control, y un plato de tallarines, muchos, muchos ciclistas y cuál de todos más feliz.

Después de todo, Farellones es una subida de primera categoría y siempre será un logro realizarla.